El restaurante los Olivos quedaba en una zona muy lujosa de la ciudad, era uno de los más populares de los ejecutivos de por allí, con tres ambientes y más de 40 mesas disponibles, amplio e incluso servía como bar durante las noches de fin de semana, pero se escondía algo oscuro debajo de los platos refinados y el excelente servicio. Esta empresa era familiar, Don Mariano con su Esposa habían durante años encontrado la manera de hacer dinero como fuera para poder montar este y otros restaurantes, de jóvenes habían tenido ganancias vendiendo marihuana, apostando, y además estafando y engañado a muchos de sus empleados, quienes siempre se iba de la empresa con problemas y apresuradamente, muchos sin cobrar salarios completos, acusados de robos o difamados por alguna u otra cuestión, la familia contaba con tres hijos, dos varones y una hembra, Paula fingía que no sabía qué clase de personas eran sus padres y se había ido a vivir a otra ciudad, mientras que Román era tan pequeño que no se había enterado de nada, pero por otro lado a Mariano Junior, le encantaba la idea de hacer dinero fácil, tenía 28 años, una cara de buen chico hermosa, ojos negros y tiernos, cabello corto, era alto, medía 1.86 mts, era corpulento, y con una tez muy blanca, su culo era definido y esbelto, al igual que sus piernas en general.
Mariano señor, era un poco más alto que su hijo 1.88 mts, a sus 55 años ya las arrugas le cruzaban la cara, pero su cabello seguía igual de brillante que siempre, sus ojos grises brillaban siempre, tenía algo de panza propia de su edad, pero siempre había sido un hombre muy atractivo aunque culo era algo chato, usaba siempre blue jean y una camisa formal, bebía mucho, pues era la única forma en la que se sentía feliz, si no tenía una cerveza al lado, probablemente estuviera gritándole a alguno de sus empleados.
Hacía unos días les había llegado una petición de una ex amiga de su infancia para que le hiciera un favor, su hijo, de tan solo 18 años, ya era un problema para todos, a su corta edad ya había abusado de drogas, y supuestamente de una chica tres años menor que él, se escapaba siempre, y en varias ocasiones llegó golpeado por alguna pelea callejera, ella le suplicaba que le diera trabajo, pues ninguna otra empresa lo contrataría por su expediente, y necesitaban el dinero urgentemente. Marco estuvo tentado de decirle que no a secas, pero cuando la señora sugirió un sueldo mucho menor del mínimo, este acepto encantado – Dile que venga mañana- le dijo Mariano amablemente por teléfono.
Al otro día llegó Simón al restaurante, era un adolescente totalmente opuesto a lo que todos esperaban, era bajo, medía 1.67 cm, blanco, con cara de niño bueno, sin un pelo en la barba, ojos negros desafiantes, cabello negro corto, iba vestido con un short azul de gabardina, muy ajustado como lo usan los chicos de su edad, sin llegar a vérsele exagerado, su culo era gigante para su tamaño, apretado y duro por tanto deporte que practicaba, su paquete se asomaba por debajo de su ropa causando una pequeña elevación en el frente de su entrepierna, llevaba una camiseta negra y un zarcillo en la oreja.
-Qué tal – le dijo Mariano, quien no solía darle la bienvenida a los nuevos empleados, pero por ser un caso especial, él mismo se acercó – tú debes ser Simón, sígueme, te mostraré el restaurante, harás pequeñas reparaciones en algunos espacios.
-Ya hermano, oe y de ahí me indicas donde esta el baño que tengo que ir a mear – respondió el adolescente, mirando a los ojos a Mariano, quien se dio cuenta de que estaban rojos.
Durante el día, quedo más que demostrado que Simón no serviría en absolutamente nada, en tan solo una mañana había intentado ligarse a dos de las mesoneras, había hecho un desastre con un lavamanos que intentó destapar, se comió varios platos que vio mal parados e incluso tuvo la osadía de tomar una de las botellas de Whisky y meterla en su bolso, pero de esto último se enteró Mariano Junior, quien andaba por allí en ese momento, pero en vez de enfrentar al flaite inmediatamente, fue a donde estaba su padre.
-¿Quién es ese wueon que está ahí? El pendejo se acaba de sacar una botella de Whisky papá- le avisó Mariano a su padre
-¿Que me dices?, ese pendejo se enterará, ya verás, pero no le digas nada aún, no hay nada que me desagrade más que un asqueroso ladrón que venga a robarme en mi propiedad, necesito que me ayudes, le sacaremos la chucha – le dijo Mariano padre a su hijo.
…..
Poco antes de que cerraran el restaurante, Mariano le pidió al pendejo de Simón que intentara una vez más destapar el lavamanos, pero sin mojar nada.
-Puta weon, otra vez, si ya es hora de irse compa, lo haré solo pa que no me webis más – le dijo Simón.
Todos los empleados ya se habían retirado, cerraron las cortinas del local y Mariano Señor y Junior partieron a darle su merecido a ese cabronsito, lo encontraron acostado, la mitad de su cuerpo estaba debajo del lavamanos roto, y solo sobresalía su prominente bulto, el short ajustado estaba más subido de lo normal por el rato que había estado así, dejando ver un poco sus muslos y remarcando esas bolas deliciosas, como si su miembro fuera el de un hombre tres veces más grade, sin ser oído, el gigante Mariano señor se acercó a él, y con toda la fuerza que pudo, pateo en el medio de las piernas al pequeño pendejo que estaba intentando destapar el caño, su pie se enterró en el paquete del chico como si fuera agua, el bulto rodeo el pie que recién había impactado, enterrando sus testículos contra su pelvis y levantándolo varios centímetros del piso. Simón se intentó levantar, lo que causó que golpeara su cabeza con el lavamanos, cayendo de nuevo mientras que con sus manos se agarraba fuertemente sus bolas, llorando como un pequeño niño
-¿Cómo te atreves a venir aquí a robarnos pendejo?- le dice Mariano Junior, acercándose a él y tomándolo de las caderas, es tanta la diferencia de fuerza, que sin mucho problema logra sacarlo de debajo del lavamanos y le separa sus manos del paquete, aplasta sus testículos contra el piso mientras el adolescente llora y se intenta zafar, lo levantan del piso y lo ponen de pie en medio de ambos machos gigantes, o al menos así parecen con el pequeño Simón a su lado, se ve muy indefenso, Mariano Junior alza al chico y lo pone de frente así, mientras Mariano señor por detrás mete su mano por debajo del short a través de su raja y agarra los testículos a mano desnuda del pendejo, los estruja fuertemente, mientras su hijo lo sujeta fuertemente por los brazos, pero en un momento de última voluntad, Simón propina una fuerte patada que impacta justo en la entrepierna de Mariano Junior, a quien su blue jean no lo protegió mucho, el grande y dominante macho joven es tan débil en contra de una buena patada en sus genitales, que se arrodilla, suelta al muchacho, y este aprovecha al caer de darle un codazo a los viejos y apestosos testículos del maduro que tenía detrás, Padre e hijo quedan allí doblados agarrándose los genitales sin aire, mientras Simón da unos cuantos pasos, pero sus piernas y bolas están tan débiles, que cae solo unos metros más allá, sobándose el bulto que dejaba ver su short deportivo ajustado.
Ambos Marianos se acercan, y con una locura inmensa rompen las ropas del chico, halándolas con fuerza, desnudándolo completamente, lo alzan y juegan con él como si fuera una pelota, o un muñeco de trapo, se lo lanzan uno al otro, y hacia arriba, el cuerpo del pequeño Simón vuela desnudo en el aire de un lado a otro, su pene y bolas se balancea hacía la izquierda y derecha, arriba y abajo pero en un momento, Mariano Señor no logra atajar correctamente al chico, y este sale disparado, cayendo en un tubo de metal, lo que amortigua el golpe es su propia entrepierna, liderada por sus testículos que son aplastados fuertemente contra el metal, y lo que es peor, otra parte del tubo sobresalía hacia arriba, en la cual el hoyo del chico cayó limpiamente, dejando entrar el falo metálico en su recto, desvirgando al pequeño machito, la sangre brota de su ano mientras este grita desgarradoramente, Mariano Señor se acerca, saca su polla vieja y asquerosa, se masturba mientras toca las tetillas del muchacho, su hijo también se acerca y empuja por los hombros al pendejo para que se adentre aún mas el metal en su ano, finalmente lo levantan, ven como cae sangre de su orto y de sus estropeados testículos y lo tiran al suelo, Mariano Junior lo sujeta por su pene y lo arrastra por todo el restaurante halándolo de su falo, lo lleva afuera del establecimiento, lo mete en la cajuela de su carro y voltea a ver a su padre.
-Otro más al río– dice sonriendo Mariano Junior
-Así es, hijo, te espero más tarde- se despide su papá.
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