Dios castiga a los pecadores, todo aquel que vaya en contra de sus principios debe ser purificado con la llama del señor, pero los que sigamos sus enseñanzas, podremos conocer el reino de los cielos, eso le dijo una vez el Padre Asdrúbal a Timoti una vez de pequeño, frase que quedó marcada en su psiquis durante muchos años, él trataba de seguir al máximo las palabras de la Biblia, pero al ser tan complicado, lo consultaba cada vez que podía para saber qué hacer ante determinada circunstancia, cada domingo estaba a primera hora en la misa, acompañado de sus padres, a pesar de tener ya 25 años, el chico seguía un estricto confinamiento y entrega a su iglesia, iba a retiros espirituales, se confesaba cada semana y sobre todo pagaba sus diezmos generosos constantemente.
Timoti era una belleza desperdiciada, medía 1.84 cm de altura, era delgado pero definido, su cara tenía una forma fina pero a la vez masculina, tenía un lindo bronceado en su piel, con unos ojos verdes que en ocasiones parecían amarillos, su cabello castaño oscuro todo el tiempo bien peinado, una sonrisa blanca completamente derecha. Siempre andaba muy bien vestido, hoy llevaba su atuendo clásico, una camisa blanca metida dentro de unos pantalones grises más subidos de lo normal, por encima de su cadera, usaba una corbata Vinotinto, su culo era tamaño promedio, pero muy definido porque solía trotar todas las mañanas, y ya que se subía tanto el pantalón, se le marcaba en todo momento una especie de raja por detrás, al igual que la forma redondeada de sus nalgas que se notaba por debajo de su ropa, su paquete se veía bastante bien, pero nadie sabía cómo era, pues Timoti había decidido llegar virgen al matrimonio, y si bien muchas chicas de la iglesia se habían interesado en él, para él todas eran pecadoras, muy cercanas a las costumbres liberales.
Ese domingo decidió ir a pasear por el parque de la iglesia para inspirarse un poco, pensaba en lo bueno que era Dios con él por darle una familia tan honesta, un techo y comida todos los días, no todos tenían esa suerte, pero algo lo distrajo de su meditación; Timoti se paró en seco, no podía creer lo que veía, bañándose en el río al lado del templo, se encontraba Carl, un semental aún más alto que Timoti, 1.86 cm, muy blanco, con pecas por toda su cara, espalda y pecho, ojos verdes oscuros, cabello negro, una sonrisa de imbécil y un cuerpo musculoso y definido, con un tatuaje en el brazo, estaba casi desnudo, solo tenía puesto un slip negro que dejaba ver la mitad de sus voluminosas nalgas, y un bulto delicioso. Timoti se acercó apresuradamente, esta vez este vándalo no haría desastre en la iglesia, su iglesia. Carl tenía ya 26 años, pero se comportaba como un niño, desde hacía años venía al templo a burlarse de su secta, no creía en Dios y lo hacía saber a todos, había pintado unas palabras obscenas con grafiti en la pared frontal, un día entro a misa cantando a pleno pulmón y sin camisa, entre muchas otras cosas.
-Sal de ahí- le grita Timoti- no ves que esa agua es sagrada.
-Sagrada mis bolas – le responde Carl- espera que termine de bañarme y saldré, debo ir a buscar mi copa de vino hoy – se burló
En ocasiones Carl entraba a la iglesia, y sin ningún respeto, abría el estante donde guardaban la sangre de cristo y bebía de ella sin que nadie lo supiera, pero Timoti lo había descubierto justo la semana pasada, solo que no tuvo valor de hacer nada. El chico religioso se da la vuelta sin decir más nada y corre a la iglesia, entra casi llorando a la oficina del reverendo y le cuenta lo que vio. El padre Asdrúbal se queda callado por un momento y le responde a Timoti: Todo aquel que vaya en contra de los principios del señor, debe ser purificado con su llama, Timoti, debes enfrentarlo. Ese era el consejo que Timoti esperaba. Salió del lugar y fue a la sala principal de la iglesia, se escondió en el confesionario y espero, Carl estaba poseído por el demonio, y debía ser purificado.
Tal como Timoti esperaba, Carl entró en la sala, al menos se había vestido, se había puesto unos shorts rojos pegados al cuerpo y una camiseta sin mangas negra, andaba en sandalias y tenía el cabello mojado, caminó con paso confiado a través del vacío pasillo, abrió el cajón, sacó la copa de vino y se la empezó a tomar como si nada, agarrando además algunas ostias y comiéndoselas como si fueran galletas, mientras recorría con la mirada las imágenes en las ventanas de la iglesia. Timoti tomó la Biblia que tenía a su lado dentro del confesionario, y se acercó decididamente hacia el musculoso Carl.
-Te enseñaré a respetar la ira de Dios – le advirtió el larguirucho Timoti.
Carl se sonrió como si estuviera viendo a su mejor amigo y abrió los brazos como si fuera a recibir a Timoti con un abrazo.
-Adelante, léeme unos versos de tu libro ficticio – lo retó Carl, pero a penas terminó de decir eso, el pesado libro se le enterró en la entrepierna, aplastando su bulto, Carl se arrodilló incrédulo tapándose con una mano su adolorido miembro.
-¿Qué te pasa imbécil? - le dice con voz ahogada Carl a Timoti, quien intenta pegarle nuevamente con la biblia en sus bolas, pero Carl con gran fuerza, usa su mano libre para tomar el brazo de Timoti antes de que impacte contra él, se lo dobla, le hace una llave, y suelta su paquete para agarrar el del chico, con una mano lo tiene inmovilizado de espaldas a él y con la otra le aprieta los huevos a través del pantalón gris muy subido del chico religioso, aumenta la presión contra los genitales del virgen, y finalmente lo empuja y este cae al suelo, agarrándose los huevos, pero una fuerza en él lo hizo levantarse de nuevo y lanzarse contra el grandulón que tenía detrás, se resbaló y cayó hacia él, pero se aferró a los shorts rojos del chico y estos se bajaron, dejando a Carl con el slip negro mojado que tenía puesto antes en el río, esto hace resbalar también a Carl al intentar dar un paso con los shorts rojos en sus pies, cae justo al lado de Timoti, pero se golpea la cabeza contra el suelo y pierde el conocimiento.
….
Cuando Carl despierta está amarrado a una cruz gigante de madera, con sus brazos extendidos a los lados y sus piernas colgando, estaba casi desnudo excepto por su slip negro, al frente de él está Timoti también amarrado a una cruz, en la misma posición pero con un slip blanco, al parecer está inconsciente.
Una puerta se abre y entra un viejo gordo y calvo que Carl conoce, es el padre Asdrúbal, ya había tenido algunos problemas con él en el pasado; el anciano se acerca a los chicos amarrados a las cruces, y le tira agua a Timoti para que despierte, este despierta de un respingo, sorprendido.
¿Qué sucede?,¿Padre Asdrúbal?- pregunta incrédulo el tierno Timoti con sus ojos verdes amarillentos llenos de miedo.
El anciano gordo ataviado con una sotana negra extiende ambas manos y con cada una de ellas aprieta las bolas de los machos amarrados que tiene a sus lados, presiona palpitando los cuatro testículos, como si estuviera evaluando que tan maduro están unos tomates que se iba a comprar, los chicos gritan terriblemente, el dolor que sienten con cada apretón es extraordinario, luego suelta a Timoti y voltea a Carl, metiendo ambas manos en su slip negro, con una le sigue apretando los huevos y con la otra lo penetra por su culo con los dedos, metiendo primero uno y luego dos, tres, hasta llegar a cuatro, el chico grita despavorido; Timoti al frente mira la escena y aunque no puede creerlo, observa como se comienza a empalmar, su pene crece a través del slip blanco, cierra los ojos para evitar la tentación de ver a ese macho musculoso, amarrado al frente suyo, siendo torturado por sus partes más sensibles, humillado por el mismo viejo a quien siempre trató de dejar mal. Asdrúbal voltea por un segundo y al ver a Timoti con una erección, entra en cólera, sin previo aviso le da un puñetazo con todas sus fuerzas al bulto encarpado del joven, el cual abre los ojos como si se le fueran a salir y observa la escena, el padre Asdrúbal le propina con una fuerza iracunda otros 7 golpes seguidos directo a la entrepierna del joven delgado, los tres primeros desde abajo, otros dos en el centro de sus bolas, lo que las separa una de otras, el sexto se clava en el testículo izquierdo y el último en el derecho, el joven se sacude fuertemente, pero está muy bien amarrado a la cruz, Asdrúbal toma el slip blanco del joven y lo baja, al ver que todavía tiene la erección, le muerde el glande con todas sus fuerzas, el chico grita a los cuatro vientos. El padre Asdrúbal se voltea y comienza a golpear en los huevos a Carl en su slip negro, pero a este le da más de 7 golpes, de hecho, se inspira golpeando las delicadas gónadas del macho ateo, uno tras otro los puños del viejo deforman el bulto del joven, quien llora desesperadamente, finalmente le baja el slip, toma una cruz de madera pequeña que tenía cerca y se la acerca por detrás al joven, introduciéndosela en el hoyo del chico, quien grita más por la humillación de perder su masculinidad, que por el dolor, la cruz queda allí introducida. El padre Asdrúbal se aleja y sale de la habitación por unos minutos.
Timoti y Carl se miran a los ojos con una mirada de súplica. Asdrúbal regresa con dos velas, una en cada mano.
-Todo aquel que vaya en contra de los principios de la iglesia, debe ser purificado por el fuego del Señor – les dice a los machos, acerca las velas a sus miembros y deja que se consuman en las llamas, primero se queman los vellos púbico negros de ambos, para seguir con la piel fina del escroto, y finalmente derretir la carne de los 4 huevos que toca, los chicos gritan con todas sus fuerzas, pero ya es muy tarde, desde el día de hoy, no tendrían otra opción que la castidad.
Oye he estado leyendo tus relatos y no he visto comentarios, sigue asi que de todos modos aqui tienes un fiel seguidor
ResponderEliminarYa era necesario tener a alguien que subiera relatos de ballbusting tan excitantes como los que tu escribes
Bendito seas y que sigas escribiendo mas y mas
Saludos
Gracias! qué bueno saber que hay más lectores de ballbusting!
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