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Turista abusador pervierte al botones del hotel.

 

Decenas de turistas llegan cada semana al Hotel Harry's, uno de los más lujosos del momento en la ciudad, se dice que incluso algunas estrellas se hospedan de vez en cuando allí, ricos, poderosos, o simplemente personas que querían descansar con todas las comodidades a mano, la misión del hotel es “satisfacer a nuestros clientes en todos los sentidos”, y al ser gente de tanto estrato social, sus exigencias podían ser bastante invasivas, desde ser sus asistentes en cosas básicas del día al día, hasta favores sexuales, por supuesto, no estaba explícito que los empleados del hotel debían someterse a los deseos carnales de los clientes que adquirían los servicios, aunque si no lo hacías, probablemente tendrías que dejar el trabajo ese mismo día, pero la gerencia se aseguraba de que nadie abriera la boca de más ante las autoridades con grandes indemnizaciones, excelentes propinas y si era necesario, amenazas. De igual maneral los trabajadores hoteleros era en su mayoría tan pobres, que no hubieran dejado por nada del mundo su única fuente de ingresos.


Tal es el caso de Dickson, un hombre de 27 años que se desempeña como botones, lleva el equipaje de quienes van llegando al famoso establecimiento, y si ellos se lo piden, arregla cosas del departamento o incluso otros servicios; la mayoría de las personas con las que trataba eran familias normales o mujeres excéntricas que querían compañía, ellas le agradaban al joven, pero también ocurría que algunos viejos pervertidos se propasaban en sus acosos contra el atractivo muchacho, a lo que él no podía reaccionar de manera alguna, no era de extrañar, pues es un hombre apuesto, el chico mide 1.76 cm, es muy blanco, cara grande y seria, con ojos negros brillantes, su cabello muy corto negro, pero siempre cubierto con un sombrero azul marino parte del uniforme, al igual que su camisa y pantalones del mismo color, siempre se rasura su barba por normativas internas, lo que deja relucir su atractivo rostro, tiene un cuerpo delgado, inclusive su trasero no es muy grande, pero su comportamiento masculino y un poco vulgar, como de macho, era bien recibido por los homosexuales que acudían al hotel.

 

Ese martes un hombre brasileño entra a la recepción, es muy blanco, alto, tiene 33 años, 1.89 cm, con una sexi barba negra bien cuidada que cubre parte de su rostro, ojos café oscuro, cabello corto negro y un culo enorme y pomposo que sobresalía amenazadoramente de su pantalón formal negro, viste además una camisa formal blanca muy ajustada, huele mucho a perfume caro, pero Dickson no tiene idea de marcas, el hombre brasileño pasa a su lado y le lanza una mirada de asombro, se queda un momento de pie viendo al empleado.



-Buenos días señor Rafael, lo estábamos esperando, déjeme ayudarlo con su equipaje – responde Dickson con una sonrisa de oreja a oreja.


-Ya era hora, qué nadie sabe de servicio en este hotel – responde el hombre mirando a Dickson como si fuera un animal feo y retorcido.


Dickson se impresiona un poco y piensa para sí mismo – este es de los difíciles – toma el equipaje del señor, solamente dos maletas lleva, además de un maletín que llevaba en la mano, espera a que el señor Rafael haga el Check in en la recepción, una vez finalizado, el hombre camina hacia el botones con su mirada seria y le dice con una seña que lo siguiera, entran al ascensor vacío que rápidamente se llena con otros huéspedes, así que ellos quedan al fondo del ascensor un poco aplastados por la muchedumbre, en ese momento el botones siente la mano del huésped brasileño pasando por sus nalgas, palpándolas y finalmente baja un poco más, apretando con sus dedos los testículos del botones, quien no puede decir ni hacer nada, pues lleva sus dos manos ocupadas con el equipaje de Rafael, el dolor es intenso, tanto que obliga al joven a doblarse un poco, mira al brasileño, el cual se lleva un dedo a la boca pidiéndole silencio, aprieta más fuerte y la cara del empleado se vuelve roja, pero guarda silencio lo mejor que puede, mientras un puño se cierra en su pantalón agua marina, aplastando sus huevos cada vez más fuerte, la gente va bajando poco a poco, hasta que quedan solos en el ascensor, llegando casi hasta el último piso, cuando se abren las puertas, el hombre le dice que salga al botones, pero no suelta sus testículos, el sirviente camina con dificultad gimiendo a cada paso, mientras el alto hombre va detrás de él un poco doblado para no soltar su fuerte agarre, con el maletín en la otra mano, y Dickson sosteniendo sus dos maletas cojeando y doblándose a cada paso, caminan así por todo el pasillo, hasta que llegan a la puerta de la habitación 1401, el brasileño finalmente suelta los huevos de Dickson, abre la puerta y le dice que pase, a penas entran cierra la puerta.


-Muy bien, voy al grano, cuando quiera destruir tu hombría lo haré, si te digo que te arrodilles y beses mis pies, tú lo harás, si te pido que te pongas en cuatro, lo haces inmediatamente, si te golpeo en las bolas, quiero que aguantes como un macho que eres, si te obligo a quitarte la ropa, espero que lo hagas con una sonrisa, ¿me captas? - le dice Rafael al botones.


-Entendido, señor -responde el joven con una mirada fulminante.


-Bien, ahora lárgate, te llamaré específicamente a ti si necesito algo – responde el brasileño, abre la puerta y Dickson sale por ella – Espera – le dice.


Dickson se voltea - ¿Qué?


Rafael le pega con su maletín en la entrepierna tan fuerte, que el botones pierde el aliento y se dobla, tapándose las bolas.


-Qué, señor – le dice el huésped y le cierra la puerta en la cara, dejando al joven arrodillado con un dolor terrible de huevos.


….



Fue la peor semana de Dickson en el hotel, cada vez que visitaba a Rafael en su habitación, este lo recibía agarrándolo del pene y metiéndolo a su habitación, todos los días lo obligaba a cometer un fetiche nuevo, en los 6 días que habían pasado, el pervertido lo insultaba en todo momento; había violado en varias oportunidades al sumiso joven; lo había duchado; le había pedido que se sentara en su cara, o al contrario que le comiera el culo; varias veces lo ahogo con su largo pene de 20 cm al chico, haciendo que se lo chupara hasta el fondo; un día le apretó sus tetillas por 15 minutos seguidos, dejándoselas rojas; lo había obligado a intercambiar de ropa con él, solo para luego pedirle que lo penetrara; también tuvo que soportar una sesión de nalgadas de una hora, que le dejó su culo destrozado; lo había penetrado con objetos contundentes y la última noche le había pedido que se quedara a dormir, solo para despertarlo cada dos horas con una felación, pero lo peor de todo, era la afición del treintón con las bolas grandes y redondas de Dickson, se las había pateado, les daba puñetazos como si fuera una pera de box, las mordía, apretaba, pellizcaba, pisaba, en general, había dañado sus partes de cualquier forma que pudiera imaginar, para el último día, el señor despertó al botones que había dormido a su lado con un fuerte manotazo en la entrepierna del joven, que se había acostado con el uniforme puesto y había cometido la desfachatez de quedarse dormido por última vez en la noche con sus piernas abiertas, el manotazo fue tal que Dickson se quedo en la cama llorando.



-Cuando termines de llorar, necesito un último favor, me retiro hoy y hay algo que no he experimentado contigo, toma esas esposas de allá y átame a la cama. - le dijo el huésped.


El pobre varón tardó varios minutos en levantarse de la cama, pues el dolor en su miembro se había extendido hasta el estómago, caminó con dolor hacia donde le señaló Rafael y tomó tres esposas.


-Apúrate – le gritó, ya se había acostado con los brazos y piernas extendidas en la cama.


Dickson le amarró ambas manos con una de las esposas, y las otras dos las usó para atar ambas piernas a los doseles de la cama, el alto hombre había quedado con sus piernas extendidas, y su pene erecto en el centro.


-Ahora siéntate, mete este falo en tu culo, puta degenerada, maricón – le dijo psicopatamente el brasileño


Dickson se desvistió, se monto encima de la cama, se paró encima del joven desnudo, el cual veía el flácido pene y las grandes y magulladas bolas del empleado desde abajo, pero en vez de sentarse en su pene, el botones dejó caer con fuerza su rodilla en los testículos del macho egocéntrico, el profirió un grito terrible, pero al muchacho no le importo, tomo con sus manos las tetillas del amarrado hombre y las apretó con fuerza, mientras seguía dándole rodillazos en sus partes privadas, uno tras otro se iban acumulando los golpes en las bolas del sujeto, el cual gritaba y pedía ayuda. Aplastado los testículos todavía con la rodilla, el chico se estiró y tomó una lámpara que estaba encima de la mesa de noche más cercana, era alargada de metal, con una bombilla en el extremo de arriba, Dickson levantó por un segundo la rodilla solo para golpear con la lámpara en el extremo de la bombilla en los huevos del brasileño, esta se rompió y dejó varios vidrios incrustados en el miembro, con el resto de la lámpara, que ahora era solo un palo de metal de unos 40 cm, el muchacho penetró al alto y blanco sujeto que por tantos días abusó de su poder, nadie escuchaba sus gritos, y finalmente se detuvo solo cuando la sangre brotaba del hoyo del macho. El botones se puso de pie, y piso repetidamente los testículos y pene del hombre contra su mismo cuerpo, pisando y pisando por 10, 20, 30, 40 minutos, la verdad no sabe cuánto tiempo estuvo así, pero para cuando terminó, el gran y grueso orgullo del presuntuoso hombre, se había vuelto una masa de carne y vidrios ensangrentada y sin forma.




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