Javier era el típico pelele de clases, si bien no tenía buenas notas, sí era bastante malo para las relaciones sociales, vivía solo con su abuela, una mujer bastante mayor quien a pesar de quererlo mucho, no era buena para enseñarle cosas sobre la vida ni de las relaciones interpersonales, así que Javier pasaba sus días viendo televisión para niños y novelas. Tenía 16 años, era bajo de estatura, su color de piel era amarillento, los ojos un poco achinados, su cabello era de un oscuro negro y su mayor atractivo era unos labios muy carnosos, de cuerpo no estaba del todo desarrollado, era delgado, con un culo más bien pequeño, pero en su entrepierna ocultaba un secreto, un pene gigante de casi 22 cm, una verdadera monstruosidad que contrastaba con la personalidad del muchacho, adoraba pajearse mirando imágenes y póster de actrices famosas que veía en sus telenovelas, desde chico había sido extremadamente pajizo, cada vez que veía a una mujer en televisión, rápidamente la buscaba por internet y se masturbaba imaginándola desnuda en su cama, además de grande, su pene era un fabricador de semen excepcional, podía acabar hasta 3 veces seguidas y siempre mares de leche, un miembro realmente especial.
Edmundo vivía a tan solo unas casas alejadas de Javier, pero no podía ser más diferente, este muchacho de 17 años era un experto en seducir mujeres y conocía a casi todos en su liceo, Edmundo era alto, muy blanco, con el cabello castaño tirando a rubio muy corto, ojos verdes, una sonrisa de ensueño, era delgado y sus piernas eran gordas, con un culo apretado, vivía con sus dos padres, quienes lo consentían en todo lo que él quería, haciéndole crecer su ego en forma desmedida, incluso habían escuchado que se había metido en problemas unas cuantas veces en el liceo, pero su hijo, su buen hijo, jamás podría haberlo hecho.
Javier y Edmundo eran amigos de pequeños, jugaban juntos y se veían de vez en cuando, pero conforme fueron creciendo y distanciándose, pronto se dieron cuenta que eran dos personas totalmente diferentes, Edmundo pronto se hizo amigo de los malotes del colegio, mientras que el pobre Javier se aislaba más cada año, siendo objeto de burlas, sometimientos y robo de sus compañeros, Edmundo al principio trató de convencer a Javier de unirse, pero siempre decía cosas inapropiadas, era bastante infantil y de paso no jugaba bien ningún deporte, finalmente se dio por vencido y en su lugar se dedicó toda la vida a molestarlo.
El clímax de esta relación amor – odio llegó un día en el que Javier, finalmente dejando de lado su timidez, decidió hablarle a Isaira, una de las chicas lindas de su clase, tomo valor y comenzó una conversación, para sorpresa del nerd, la chica era bastante agradable, se reía de las cosas que decía y era de fácil habla, pero había algo que este no sabía, Edmundo desde hacía semanas estaba intentando conquistar a Isaira, y este no se tomó nada bien cuando entro al salón y los vio conversando alegremente, Edmundo llevaba puesto un buzo deportivo pues recién había salido de la cancha del liceo, su polera blanca sudada dejaba ver unos pectorales bastante marcados, se acercó lentamente a donde estaba la pareja hablando, y ante la mirada de toda la clase, jaló la silla donde estaba sentado Javier, haciéndolo caer al suelo de culo, todos, incluida Isaira, se cagaron de la risa. Javier tardó un segundo en reincorporarse y miró a Edmundo con enojo.
.-¿Va a hacer algo idiota?- le dijo el bully parándosele al frente y mirándolo a los ojos.
Sin saber de donde sacó el valor, Javier subió una rodilla que fue a parar justo en los huevos sudados de Edmundo, el macho se los agarró rápidamente y se arrodilló del dolor, frente a la mirada atónita de todos sus compañeros, Javier aprovechó para irse, pero justo en la entrada lo detuvieron otros de los amigos de Edmundo.
-Esta me la pagas marica- le dijo Edmundo a Javier, pero aún así no se pudo levantar, pues el suave golpe en sus partes blandas fue suficiente para dejarlo privado por varios minutos, tiempo suficiente para que la profesora de la clase llegara y mandara a todos a sentarse, aunque nadie le comentó lo que había sucedido; Edmundo con los huevos hinchados y adoloridos se sentó al lado de Isaira, viendo la nuca de Jorge con una rabia irracional.
…..
A penas sonó la campana, Javier salió como alma que lleva el diablo, cogió su mochila y dejó el liceo, no podía creer que se había enfrentado al más grande idiota que había conocido, recordar el momento en que su rodilla deformó el prominente bulto del rubio en buzo deportivo y lo tumbó al piso tan fácilmente hizo sentir al joven con un poder nunca antes experimentado, se sentía fuerte, se sentía malo, casi se reía solo mientras esperaba bus en la estación de siempre, pasó uno que no era el suyo, y la viejita a su lado esperando se montó y se fue, dejándolo solo en la parada, estaba bastante distraído, ese poder lo había excitado de sobremanera, su bulto ya se veía a través de su pantalón de clases, era gigante, se lo tocó un poco, solo la punta, y sintió una excitación agradable, se haría una paja a penas llegara, pues sus huevos estaban llenos de leche con ganas de salir. Pero de repente alguien lo empuja por detrás, haciendo caer al nerd al suelo inmediatamente, se rompe la nariz contra el pavimento, y una mano lo sujeta por el cabello y lo levanta con fuerza.
-Que pensaste marica, que te ibas a ir así sin más- le dijo Edmundo al oído, lo tenia agarrado con una mano del cabello, y con la otra sujetaba los dos brazos unidos del pobre Javier.
-Suéltame imbécil, ya no te tengo miedo- dijo Javier
-¿Ah no?, bueno, veamos que piensas en una hora – le respondió Edmundo.
Lo empujo sujetado con una llave hacia un monte que había dos casas al lado de la parada de bus, un terreno baldío, si bien Javier hizo fuerza para resistir, no pudo zafarse, no quiso gritar pues no quería que nadie lo viera otra vez vencido por este macho, intentó patearlo en los huevos pero era inútil, como estaba de espaldas, sus piernas no subían lo suficiente y solo pudo herirlo un poco en la pantorrilla. Cuando llegaron a un árbol metido hasta el fondo del monte, Edmundo volvió a empujar a Javier contra el suelo, y esta vez el chico cayó y mordió el polvo, Edmundo aprovechó y le clavó una fuerte patada en la entrepierna a Javier, el pelele casi llora del dolor y sujeta sus bolas con sus manos, tosiendo, nunca había sentido nada parecido. Edmundo se rio, y entonces le baja un poco los pantalones a Javier como puede, pese a que este se seguía agarrando los huevos con sus manos; Edmundo toma los calzoncillos de Javier, que era negros y con dibujos animados, y los levanta, haciéndole un calzón chino que hace gritar al pendejo tirado en el suelo, este siente un dolor terrible en su raja, al igual que en sus huevos , Edmundo sigue con el calzón chino unos minutos más y finalmente suelta al chico contra el suelo de nuevo, se agacha y termina de bajarle los pantalones, le hace una última vez un calzón chino tan fuerte, que rompe la ropa interior del pobre imbécil. Javier gritaba, pero nadie lo oía, y viendo ese culo descubierto, a Edmundo se le para el pene un poco, le da una patada al chico en el hoyo, a lo que este responde con un grito, y luego lo empieza a penetrar con la punta de su zapatilla, causándole una extraña mezcla de dolor y placer al nerd, finalmente le da la vuelta y Edmundo queda impresionado, un pene grueso y gordo totalmente erecto adorna la entrepierna del chico, a Edmundo se le termina de parar también su pene.
Edmundo baja sus pantalones, se escupe la mano, se dilata con dos dedos su hoyo y se sienta con cuidado en el pene del pequeño nerd quien ya no intenta huir, el bully se auto penetra con el pene de Javier, mientras le pellizca fuertemente las tetillas y le da cachetadas.
-Ahora eres mi perra- decía Edmundo, mientras brincaba en el enorme pene de Javier, quien no sabía si debía disfrutar o llorar, Edmundo estaba extasiado, esa sensación en el culo era de las mejores que había sentido, lo hizo casi llegar al orgasmo, y más viendo al pendejo totalmente a su merced, finalmente siente la leche de Javier adentro de su culo y se levanta.
-No te dije que acabaras- le responde Edmundo, pateándolo fuertemente en las bolas, lo que deja salir un chorro de semen que quedaba del pene de Javier, este se cubre sus testículos y cierra los ojos. Edmundo se acuesta a su lado, lo pone contra el suelo y le abre las nalgas al nerd, comenzando a penetrarlo con su también grande pene blanco, lo metió hasta el fondo en un solo intento, lo que hizo gritar a Javier y excitó más a Edmundo, quien pentró al chico con una energía y fuerza incontrolable. Sus testículos rebotan contra las nalgas de Javier, haciendo ruidos de aplausos, mientras lo ahorca con sus manos; finalmente Edmundo acaba como nunca lo había hecho con una mujer, llenándole el culo de leche al pendejo idiota que tenía al frente, le saca el pene y lo suelta, Javier cae inmediatamente al suelo, desecho, Edmundo le da una última patada en los huevos, se caga de la risa, se viste y se va. Javier quedó tumbado, con el culo y las bolas adoloridas, su cara sangrando y lágrimas en los ojos, este fue definitivamente un día que nunca olvidaría.
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