El Hotel Paraíso quedaba en una de las
zonas más céntricas y concurridas de la ciudad, pero este Hotel en
particular, no llamaba mucho la atención, en tiempos de antaño
había sido un sitio lujoso en el que se hospedaron los más
distinguidos ciudadanos del país, pero, con la llegada de la
tecnología, sus ya viejos dueños no se preocuparon por adaptarse a
la modernidad, abriéndole paso a la competencia para despojar al
establecimiento del glamour, ahora, era un hotel más que todo para
ancianos y personas que no tenían mucho dinero, basta decir que sus
empleados igual habían bajado su calidad de trabajo, habían 4
recepcionistas, todos varones, uno más ladrón que el otro, cuando
podían, sacaban dinero de la caja, se quedaban con objetos olvidados
y cobraban de más las habitaciones, en fin, un desastre.
Darwin, el recepcionista de la noche, o más bien el auditor nocturno, era un tipo muy alto, debía rondar los 1.90 mts, con una cara muy preciosa, blanco, ojos inocentes y sonrisa fácil, en realidad tenía cara de bobo, su cuerpo era macizo, ni gordo ni musculoso, solo grande. El uniforme de los recepcionistas era siempre un traje formal negro, con corbata azul y camisa blanca, un saco encima en todo momento, este uniforme era comprado por la empresa, y para un tipo tan grande como Darwin fue difícil encontrar talla, su pantalón le quedaba demasiado ajustado, marcando un paquete que prometía ser tan proporcional como él mismo, muchos huéspedes se quedaban atónitos en secreto mirando el tamaño de ese bulto, más aún con unos muslos grades que a penas se ocultaban bajo ese pantalón de gabardina, su culo era grande igual, redondo, se cambiaba ese pantalón solo una vez a la semana, y ese día ya llevaba más de 5 noches usándolo, estaba pasado a pene, a culo, a virilidad. Tenía 28 años y no era muy inteligente, pasaba toda la noche jugando en su computadora mientras realizaba por pasos la auditoría, siempre recordando a su novia, una mujer para él hermosa, pero que en realidad abusaba de él, ella tenía una hija de otro hombre, a la que Darwin adoptó como suya, pero nunca era suficiente su sueldo, aunque ella no trabajaba, obligaba a este pendejo a darle una vida muy cómoda, enojándose de sobre manera si no la satisfacía, a penas la noche anterior, mientras ambos estaban en la cama desnudos, ella tuvo una rabieta porque no alcanzó el sueldo para comprarle unos nuevos zapatos, a lo que malhumorada respondió con una buena palmada en los testículos de su novio, ella era diminuta, 1.55 cm, su mano pequeña, pero al momento que su palma chocó con los gigantes y protuberantes testículos de Darwin este se los cubrió llorando, mientras su novia agarró su pene todavía erecto de 22 cm y le pellizco el glande, hasta que este accedió a comprar los zapatos. Estos episodios ya se había repetido varias veces, pero Darwin era tan masoquista, que por amor lo aguantaba.
Para sus zapatos nuevos, Darwin debía conseguir algo de dinero, si bien no es la primera vez que lo hacía, no le gustaba mucho sacar lo que no era suyo del hotel, sus compañeros de trabajo eran totalmente descarados con el tema, pero a él le daba mucho miedo, pero más miedo le daba su diminuta novia adicta a destruirle los testículos. Ese día no llegó nada de efectivo a la caja, por lo que no podía acceder al dinero tan fácilmente, tendría que sacarse algo de valor de algún lugar, lo más factible y práctico eran las botellas de vino del restaurante, ya mañana las vendería temprano y compraría los zapatos en la tarde. Puso el cartel de voy al baño, tomó el ascensor y subió al primer piso, donde estaba el restaurante, salió del ascensor y se encaminó hacia allá cuando lo sorprendió Roberto, el único seguridad del hotel que se quedaba en las noches.
-Wuena compa, que hace por acá a esta hora- le pregunta el gigante de seguridad
-Nada hermano, iba al baño pero está tapado, vengo a usar el del restaurante – responde Darwin, muriéndose del miedo.
-Buena, pasa no más- responde Roberto, mirándolo con suspicasia y tomando el ascensor.
Darwin piensa que se salvó y rápidamente entra al restaurante, va directo al cajón donde guardan las botellas de licor, y toma varias y las hecha en una bolsa negra que estaba por allí, si bien con solo dos botellas de buen vino hubiera podido comprar los zapatos, Darwin toma algunas más por si acaso, saca 5 botellas del cajón y se las lleva en la bolsa, cruza nuevamente el pasillo, toma el ascensor y llega a su puesto de trabajo sin mayor incidente, guarda las botellas en su bolso, donde la cámara no graba, y respira tranquilo. Pero su tranquilidad dura poco, Roberto aparece desde atrás enojado.
-Hermano fui a ver el baño y está bueno, pa que me dijiste que estaba tapado.- le recrimina Roberto
-Chucha se pudo haber arreglado solo hermano, no tengo ni puta idea de qué pasó – responde Darwin, pero su sudor y su nerviosismo lo delatan.
-Ya compradrito, muéstrame tu bolso a ver que tenis ahí – le dice Roberto
-No, hermano, eso es personal, no tienes derecho a hacer eso – Responde el grandote de Darwin cuando ve que Roberto se acerca a su bolso.
Roberto toma el bolso de Darwin y lo abre, observa las botellas de vino allí y ríe triunfante, pero su satisfacción le duró poco, pues desde atrás Dawrin con una corchetera le aplasta las pelotas contra su pelvis, el mastodonte suelta el bolso y se sujeta sus pelotas, con la cara más roja de lo que normalmente la tiene.
-Lo siento hermano pero ya te dije que es algo personal – le dice Darwin
Roberto a penas puede mantenerse en pie, pero con toda la fuerza que su brazo le permite, separa su mano de sus testículos y le da un puñetazo al bulto de Darwin que estaba parado justo al frente de él, el pantalón negro apretado se deforma al impacto de ese gran puño en contra de un punto tan blando, El de seguridad alcanza a ver como los testículos se dispara a dos lados distintos, mientras el pene se apretuja contra el muslo del ahuenoado Darwin quien no previó esto, se los sujeta con las manos y se dobla en la misma posición que Roberto, casi se besan. La imagen que graba la cámara es de dos machos enormes y fuertes doblados sujetando su mayor debilidad, el culo de Darwin se ve gigante en esa posición.
Darwin embiste a Roberto contra el escritorio y le aprieta sus bolas con sus manos, Roberto no se queda atrás y también se las sujeta fuertemente, los dos gigantes comienzan una guerra para ver quien soporta más un apretón de huevos. El bulto del pantalón ajustado del auditor nocturno se ve aplastado por la gran mano que lo aprisiona, causándole un dolor extremo. Darwin por su parte pellizca con sus dedos los testículos de Roberto fuertemente, con la sensación de que en cualquier momento podrían reventarse, se mueven así por toda la recepción, ninguno soltando los testículos del otro, cada vez más rojos, cada vez más débiles, estos machos gigantes podrían soportar cualquier dolor, menos este.
Finalmente es Darwin el que sede y suelta los ya morados huevos de Roberto.
-Tienes suerte maldito- le dice Roberto a Darwin- suerte de que realmente disfruto esto – le aprieta aún mas fuerte sus ya desechas bolas, el auditor está privado del dolor, solo sale aire de su boca.
-Te diré algo si te dejas destruir estas pelotas, te dejaré llevarte las botellas y no diré nada a nadie, ¿estamos?. - le dice Roberto
Darwin asiente, y es cuando todo termina para sus testículos, Roberto lo suelta pero rápidamente le propina una buena patada en la entrepierna, el gigante auditor cae al suelo sujetándose las bolas arrodillado, Roberto da una vuelta lo levanta, le separa las manos por detrás y le da un rodillazo desde atrás que alcanza a Darwin en su punto más sensible de sus gónadas, lo voltea y con su mazo para defenderse de los maleantes se defiende de las sensibles bolas del macho imbécil que tiene al frente, le clava el mazo repetidas veces en su entrepierna, a lo que el gigante no aguanta más y cae contra el suelo, Roberto toma sus dos piernas, las levanta formando una V y con sus pies aplasta las bolas gigantes de Darwin por unos segundos.
-Eso te enseñará a no atacar a un hombre por su punto más débil- dice Roberto, quien a pesar de todo todavía siente dolor en sus testículos, y se va cojeando al baño a verse, allí descubriría que sus testículos usualmente normales, habían crecido 3 veces su tamaño y estaban morados. Pero para Darwin la cosa fue peor, se quedó en el suelo acurrucado llorando toda la noche, solo se levantó unos minutos antes que llegara el del turno de la mañana, y sin decirle nada, tomó su bolso y se marchó, cojeando y sobándose sus partes débiles de macho hasta su casa.
…..
La diminuta esposa de Darwin lo observa llegar cojeando y doblado a su casa, visión que la excita de una manera que no había sentido antes, ver a ese macho alto y grande, adolorido como una pequeña niña, era demasiado para ella.
-Querida, conseguí el dinero para tus zapatos – le dijo Darwin sonriendo con amor.
Pero lo único que recibió a cambio fue un puño diminuto contra su hombría, y los ya adoloridos testículos no aguantaron más y tumbaron al fuerte pero ingenuo Darwin al suelo por varias horas más.
Una buena historia que esperaba de sus hermosos eventos para ser más largo...... Es una gran historia, mi amigo.
ResponderEliminarGracias ! saludos
Eliminar¿Cuándo es tu nueva historia?
ResponderEliminarYa publiqué todas las que había escrito, esta semana probablemente comenzaré a escribir nuevas! atento
EliminarEstoy esperando lo nuevo de ti mi amigo
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